sábado, 29 de junio de 2013

Max Ernst.Célèbes or Elephant Célèbes. 1921.


Miedo en el jardín

 

He perdido mi cabeza ahora mismo,

salí a buscarla, pero sólo me encontré un elefante

que usa servilletas de aluminio.

Hablé con él con mucha calma.

Le dije: te necesito ahora

que he perdido mi cabeza.

¿Será que el Alzheimer me provoca?

Por favor elefante de mil memorias,

no permitas que ese enano loco me persiga.

Dicen que los elefantes son magníficos

para recordarte todas las cosas.

Se usan para acostarse y levantarse,

para tener claro dónde dejaste

tus lentes y tus memorias.

Por favor, elefante de mi infancia

no me dejes sola en este caso,

es preferible dejar

la tierra que perder

mis tesoros acumulados .

Por favor, elefante de peluche,

que usas servilleta de aluminio

consigue todos los métodos precisos

para no olvidar cómo te quieren.

 

 


Canibalismo Otoñal. Salvador Dalí.



Situación delicada

 

 No ceso de tragarme a mí misma.

Lo hago con cuchara de oro y tenedor de plata

coloco todos mis instrumentos alrededor del banco

y luego con parsimonia, comienzo.

Comienzo con mis ojos que son de dulce gelatina,

para después seguir con otras partes de mi cuerpo.

Así estaré hasta el ocaso,

cuando ya no haya luz para guiar mi pulso.

Frenaré mis ansias de eliminar mis órganos

y comenzaré de nuevo en la aurora .

Intentaré que luzca como algo distinto,

pero no perderé mi vicio en masticarme.

 


sábado, 15 de junio de 2013

The Antilope – Max Ernst



Celos escarpados

No dejo de mirarte, desolada

con mi pubis activo, y resentido

que otras manos y hombros,

se encuentren ofreciendo

consuelos a tus desgracias.

Estoy esperando paciente un gesto

que permita alcanzar el señorío

que me deje entrar en tu reino.

Petrificada el alma y con mi amor

en pose de aspaviento, te miro y te remiro

y no me canso, espero… espero

esa señal  maldita que permita

llevar al derrotero mis pasiones.

Por ultimo,

me arranco mi sexo infecundo

y lo arrojo a las continuas esteras

de los amores olvidados.

 





   





Max Ernst, La Tentación de San Antonio



Coraje al Galope

Oh, San Antonio, ¿Cómo pudiste afrontar la noche?

¿Cómo pudiste eliminar el trago amargo de la copa?

¡Si todas las criaturas horrendas se encontraban

galopando en el mismo corcel que te seguía!

Tú estás cercano a la soledad tranquila

de los remansos claros de la aurora.

Por favor,  enséñame a suplir las faltas que me atan

y a desintegrar los lagartos crueles de mis sueños.

Tal vez así podré contar con serenas camas,

 al despertarme de una larga y continúa pesadilla.

 12/18/10


Max Ernst. The Eye of Silence



Mirada persistente

Serena latitud y longitud.

Ojos inmóviles, celestiales y terroríficos

que no apartan sus miradas de mí,

ni dejan un recodo de luz vacía

para calmar dragones.

Pendientes, siempre pendientes.

No respires aun,

es demasiado pronto para

llenarse de una bocanada de aire verde.

Ojos reflejados en múltiples planos convergentes

que se espacian con el quejido incesante

de una criatura dulce y adolorida.

Ojos  de terror, ojos de castigos

Silenciosos,

persiguiendo tus más mínimos movimientos

para lanzarte un rayo fulminante.

12/18/10


viernes, 14 de junio de 2013

Max Ernst.L'ange du foyer ou Le Triomphe du surréalisme


Estampa de la locura
Se busca un siervo para la renta
que sepa saltar cual un demente
para dejar que las tardes claras del invierno
nos dejen espacios entre los seres.
Por favor, búscame un loco con licencia,
búscalo entre los sabios y los idiotas,
es posible que consigas uno bueno
que se mantenga todo el tiempo
saltando y brincando, cual marioneta,
búscalo, no tardes en tu empresa.
Lo necesito ahora mismo.

jueves, 13 de junio de 2013

Max Ernst. Santa Lucia y el piano sin teclas


Roca con figuras.

¿Cómo hacer sonar ese piano de piedra?
¿Cómo lograr tocar las hundidas teclas
en el fondo de un mar embravecido?
Con esas frágiles manos,
alejadas de un cuerpo inmóvil,
pétreo, cubierto  de cuchillos cortantes que se unen
con la tela de una araña indómita.
Paloma que no vuela,
paloma que permanece colgada en su sino
lastimoso y cruel.
Despréndete, paloma, hazlo de una vez
despliega tus alas ígneas
y comienza a remontar un vuelo
imperecedero.
Hazlo, hazlo… cuando lo logres
reúne a todas las palomas
tristes de la noche
y oirán las melodías de un piano sin teclas.
12/18/10